Existe un lenguaje que no necesita palabras: el de la materia. Rocas antiguas, superficies marcadas por el tiempo, vetas que cuentan historias milenarias. En el panorama arquitectónico contemporáneo, esta voz primitiva vuelve a hacerse oír con nueva fuerza.
Entre las tendencias identificadas por WGSN para 2025, el Neo-Mineralismo emerge como una de las más influyentes. Es un movimiento que celebra el poder expresivo de la piedra y su capacidad de devolver equilibrio y autenticidad a los espacios. No es solo una tendencia estética, sino una reflexión sobre la materia como origen del proyecto: un regreso a la esencia, a la naturalidad del elemento y a su relación con el paisaje.
El Neo-Mineralismo se basa en una idea precisa de arquitectura: aquella en la que el material no decora, sino estructura; donde la superficie se convierte en parte integrante del lenguaje constructivo. Piedras que respiran, superficies que dialogan con su entorno, espesores y texturas que definen la percepción del espacio.